Ganas de huir, de no verte ni la sombra, de pensar que esto fue un sueño o una pesadilla, que nunca apareciste, que nunca has existido.
Ganas de besarte, de coincidir contigo, de acercarme un poco y amarrarte en un abrazo, de mirarte a los ojos y decirte BIENVENIDO. Pero llegamos tarde
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