lunes, 20 de junio de 2011



Que yo no soy, que es él, que yo actué bien y el no, ¡Ah no, de acá yo no me muevo!, que por cuestión de piel, de sexo o religión tus zapatos no me los pruebo.
¿A quién le vamos a tirar una pared cuando ya no nos quede nadie? Tal vez un perro fiel a cambio de comer, ¡Soporté hasta lo insoportable!
Temiendo ser peor, temiendo ser mejor, temiendo al fin. Siempre temiendo. Viviendo en el ayer, aletargando el hoy. Si, Victor, si, sobreviviendo.
Juzgando al por mayor te alejás más y más del juicio que más importa, que es el juicio interior, que es el que hay que afrontar siendo parte de esta torta.
Los placeres te acortan la correa, ¡Y vos que te pensas un indomable!
¿Qué gracia tiene andar por esta sociedad jactándose de irresponsable, si como un pulpo vas tirando piedras? No hay donde esconder tantas manos.
Es mejor asumir la cobardía de huir a la responsabilidad de vivir.
No importa cuánto me puedas alejar de la realidad, yo siempre vuelvo. Psicología infernal; picante, dulce y sal. Pero despierto y ya no vuelvo.
Pasado el tiempo, al fin el espejo devuelve una imagen más familiar. Voy eligiendo a gusto, y alternando puede haber picante, dulce y sal.
Me bajo a duelo con quien diga que voy bien porque hay rachas en esta vida.
Soy grande, ¡Y qe el señor no vaya a confundir la soberbia con la autoestima!
De la soberbia mira desde más arriba y no llora penas ajenas. En cambio el autoestima se transmite y contagia a cualquier persona buena


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